17 de julio de 2010

HOMILIA DE MONS. MIRANDA, MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS

Homilía del Excmo. Mons. Constancio Miranda Weckmann en la Misa de Acción de Gracias por la imposición del Palio Arzobispal, el día 13 de julio de 2010 en la S. I. Catedral Metropolitana de Chihuahua.

Queridos hermanos sacerdotes, miembros de la vida consagrada, seminaristas, jóvenes que están viviendo la experiencia del Preseminario y queridos fieles laicos.

Antes de proseguir, quiero comunicar a ustedes que personalmente le di al Santo Padre Benedicto XVI sus saludos y la seguridad de su oración, y le pedí nos concediera la bendición apostólica para nuestra Arquidiócesis; él, con mucha solicitud y caridad pastoral, me dijo que contaban con su bendición y que se confiaba a nuestras oraciones para su persona. Que bendecía a nuestra Arquidiócesis de Chihuahua con sus parroquias, a los sacerdotes, al Seminario, a las familias, a los jóvenes, a los niños y en especial a los enfermos y quienes pasan por alguna necesidad.

La experiencia personal en el acontecimiento de la imposición del palio, ha sido para mí un momento de agradecimiento a Dios por sus bondades y la oportunidad de refrendar nuestra comunión con el Santo Padre y la Sede Apostólica.

Este palio, junto con los demás, reposó en la tumba de San Pedro, desde su fabricación hasta el momento de la imposición; y el Santo Padre, al imponerme el palio, pronunció esta oración:

Para gloria de Dios omnipotente y alabanza de la beata siempre Virgen María y de los beatos apóstoles Pedro y Pablo, para honor de la sede a ti confiada, en signo de la potestad de Metropolita, te imponemos el Palio junto a la tumba de San Pedro, para que lo uses dentro de los confines de tu provincia eclesiástica.

Este Palio sea para ti símbolo de unidad y signo de comunión con la Sede Apostólica; que sea vínculo de caridad y estímulo de fortaleza, para que el día de la venida y revelación del gran Dios y del Príncipe de los pastores Jesucristo, puedas obtener, con el rebaño a ti confiado, el revestimiento de la inmortalidad y de la gloria. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La comunión no sólo es la garantía, sino también la fuerza, para llevar a cabo la obra de la salvación en la Iglesia.

El cultivo de la unidad, el trabajo por la comunión, es uno de los principales servicios pastorales que el Arzobispo debe tener el cuidado de vivir y promover.

De hecho el sacerdote y todo bautizado está llamado a ser factor de comunión en todo lo que emprende.

Es hermoso contemplar como la Iglesia, con palabras de Ecclesia in América, es la casa y la escuela de comunión.

El Arzobispo estará atento a ser el animador de la comunión con el Santo Padre y con la Sede Apostólica. Una comunión de ánimo, de oración, de doctrina, de solicitud, de fraternidad, de solidaridad y de amor.

Comunión con mis hermanos Obispos de la Provincia y con sus Iglesias particulares. Viviendo la colegialidad y la subsidiariedad, la retroalimentación y la complementariedad, los trabajos comunes y la comunión entre las Iglesias particulares.

Comunión con mis hermanos sacerdotes, para llegar a ser un verdadero presbiterium, que nos permita destilar el suave aroma de la fraternidad, de la misericordia y del gozo de ser heraldos del Evangelio.

Comunión con la Vida Consagrada, con los religiosos y con las religiosas, que ayude a expresar con la vida ese Cielo Nuevo y esa Tierra Nueva que todos deseamos.

Comunión con mis fieles laicos en la obra de la evangelización, promoviendo su formación y la atracción de los alejados, el velar por la unidad de las familias y el cuidado de los jóvenes, y la atención de las vocaciones.

Comunión con la que Jesucristo soñó y le pidió a su Padre: "Que sean uno como Tú y Yo somos uno", que escuchamos hoy en el Evangelio.

El Arzobispo es el animador de la acción pastoral en la Provincia, sensibilizando para que los planes pastorales dinamizados en la Conferencia del Episcopado Mexicano bajen a nuestra realidad eclesial provincial.

Todo este encargo que tiene el Arzobispo no lo puede realizar solo, necesita de la colaboración de todos ustedes, les pido su oración, su comprensión y su ayuda, para que juntos podamos llevar la barca de la Iglesia de Chihuahua al puerto seguro de la salvación.

Me pongo en las manos de María, nuestra Señora de Guadalupe, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, para que me acompañe y me anime en el servicio que su Hijo me ha confiado. Ella que es la primera discípula y misionera, nos impulse a todos a vivir la misión permanente en nuestra Arquidiócesis.

† Constancio Miranda Weckmman
Arzobispo de Chihuahua

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