7 de marzo de 2011

Mensaje del Sr. Arzobispo para la Cuaresma 2011

"Discípulos misioneros, seguidores de Jesucristo, para ir al encuentro de todos nuestros hermanos".

La palabra Cuaresma dice relación a cuarenta. En el Antiguo Testamento el número 40 (los años de una generación), indica un periodo bastante largo del que no se conoce exactamente la duración; nos recuerda cuatro acontecimientos importantes:
-El Diluvio: se nos dice que llovió cuarenta días y cuarenta noches; signo de destrucción y de nueva creación.
-Moisés: duró cuarenta días y cuarenta noches en el Monte Sinaí; tiempo de la elaboración de los Diez Mandamientos.
-El pueblo de Israel en el desierto: estuvo cuarenta años caminando por el desierto hasta llegar a la tierra prometida; tiempo de formación del pueblo.
-Elías: dura cuarenta días y cuarenta noches caminando por el desierto hasta llegar al Monte Sinaí; tiempo de preparación para desarrollar su misión profética.

El Nuevo Testamento, en los Evangelios, nos narra que Jesús, después de su Bautismo y antes de comenzar su vida pública, estuvo cuarenta días en el desierto; y también nos dicen expresamente que estaba ayunando.

La Iglesia, casi desde el principio de su historia, adopta la celebración de la Cuaresma para prepararnos a la celebración de la Pascua del Señor.

La palabra Pascua significa Paso del Señor. Los israelitas llamaron Pascua a aquella noche en que se prepararon para salir de la esclavitud de Egipto; fue la primera vez que celebraron la Cena Pascual con el sacrificio del cordero. La Iglesia llama Pascua a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, porque así como los israelitas fueron liberados de la esclavitud de Egipto, nosotros obtuvimos la liberación del pecado.

En la Iglesia Primitiva, la Pascua era la única Fiesta del Señor que se celebraba. Constituía la esencia de la predicación de los Apóstoles. En efecto, los Apóstoles enseñaban que el Mesías esperado fue Jesús; que la salvación que venía a traer a sus discípulos, a quienes lo siguieran, no era la liberación del dominio de una nación extranjera, sino la liberación de la muerte eterna; que esta salvación la había logrado con su Pasión, Muerte y Resurrección; que la salvación no era sólo para el pueblo de Israel sino para toda la humanidad. Llevándonos a sí a ser discípulos misioneros, seguidores de Jesucristo, para ir al encuentro de todos nuestros hermanos.

Ahora bien, la Iglesia se da cuenta de que si llegáramos de golpe a la celebración de la Pascua del Señor nos haría muy poco provecho, se nos pasaría tal vez inadvertida. Por eso ha querido que tuviéramos una larga preparación, que tuviéramos la Cuaresma. La Liturgia de estos días de la Cuaresma, principalmente las lecturas y las oraciones en la Eucaristía, nos ayudarán a prepararnos adecuadamente a la celebración de la Pascua del Señor; el misterio de nuestra Redención. La Cuaresma nos ayudará a incrementar y fortalecer nuestra fe. La liturgia de todo este tiempo, como estupenda maestra, paulatinamente nos acercará al misterio de la Redención; lo único que se nos pide es atención y docilidad.

La Cuaresma también nos quiere ayudar a renovar nuestra conciencia de bautizados, a profundizar y hacernos más conscientes de nuestra situación de pecadores, y a hacer penitencia. Todo esto hará de nosotros verdaderos discípulos misioneros de Jesús.

Exhorto a todos para que aprovechemos estos días intensivos de oración, de purificación, de práctica de la caridad y de renovado compromiso cristiano. No nos conformemos con la mediocridad. Escuchemos la voz de Jesús que nos invita a ser verdaderos discípulos misioneros suyos.

Los bendigo y hago oración para que el Padre de nuestro Señor Jesucristo nos renueve a todos con la gracia de su Espíritu.


+ Constancio Miranda Weckmann
Arzobispo de Chihuahua

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